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Presta, en BBN: del día que su psicólogo lo echó de su casa, al "papelón de la pizzería"

La rompe en Paseo la Plaza con "Mi madre, mi novia y yo" con un personaje muy autobiográfico.

21 Mayo de 2023 08:00
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El psicoanálisis puede cambiarte la vida, ayudarte y animarte a quitarte los miedos. Así lo entiende Sebastián Presta. El actor, que la mayor parte de su carrera se la dedicó y dedica al humor, protagoniza desde hace más de un año una obra de teatro llamada “Mi madre, mi novia y yo”, que lo hace sentir sumamente representado, y hasta incluso le agregó experiencias y enseñanzas de su vida privada para hacerla aún más particular.

La obra cuenta la vida de un hombre de 43 años que vive todavía con su madre y no se anima a decírselo a su pareja, con la cual tiene planeado convivir. A la par, en diálogo con Big Bang, el humorista comentó que algo así le sucedió en su vida real. “El psicoanálisis me sacó de mi casa. Huí porque era muy mamero y no me animaba a hacer cosas. A partir de ahí tuve una pareja, me compré un auto y dejé de tenerle miedo a los escenarios”.

Entre otras cosas, también comentó acerca de la importancia de la salud mental, cómo lo ayudó la terapia a poder salir de su burbuja familiar y a comenzar una vida independiente. Cómo antes creía que el psicólogo era para los “locos” y cómo finalmente le dio rumbo a su vida. Con participaciones buenas y malas, manifestó su alegría de hoy poder estar siendo protagonista de una obra en Avenida Corrientes, a pesar de que para llegar a ello también tuvo que sobrevivir a los fracasos: vergüenza en el stand-up, vértigo al escenario y al estar frente a cientos de personas.

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-¿Con qué se va a encontrar la gente cuando ingrese al teatro?

Se van a encontrar con una obra muy linda y muy graciosa, que de alguna manera, por algún lado te toca. Ya sea por el lado de los padres, de los hijos o de la suegra. Es una obra muy divertida que te deja mínimamente reflexionando, porque mucha gente dice: "Me cagué de risa, pero por momentos me emocioné". Hay mucho laburo y la venimos haciendo desde el 1º de enero del año pasado, así que estamos afiladísimos.

-¿De qué trata la obra?

-En un principio no estaba muy convencido de hacerla... Porque trata de un hombre de 43 años que vive con la madre, y yo dije: 'Pero esto queda como trillado, viejo, ya no existe'. Y sí, hay muchos chicos y chicas que siguen viviendo en el suelo familiar, ya sea porque no pueden alquilar o porque se sienten cómodos. Graciela, mi madre, es una madre muy posesiva, bastante machirula y mi novia súper feminista. Yo hago que se conozcan en una escena navideña porque yo en enero me voy a vivir con mi novia. Entonces, mi mejor idea es juntarlas en la noche de navidad diciéndole a mi mamá que no le cuente que yo vivo en su casa y con el problema de que yo esa noche le tengo que contar que me voy a ir a vivir con mi novia en enero, porque mi novia insiste con eso y se arma.

Se arma un quilombo bastante divertido. La gente la pasa fantástico y nosotros como actores lo estamos disfrutando. Muchas veces pasa que te comprás los derechos de una obra que es éxito y es muy probable que sea éxito acá también, pero bueno eso es un pequeño logro para nosotros, que sea una obra argentina. No estamos pasando el mejor momento económico y sin embargo se llenan los teatros. Es una locura. Por ende los restaurantes, es todo un circuito hermoso que se genera.

-¿Cuánto crees que cambió la obra desde el día del estreno o desde el principio de que lo estrenaron hasta ahora?

-Un veinte por ciento. El director viene seguido y nos vuelve a marcar. Pero por supuesto que a medida que la vamos haciendo había chistes que no funcionaban, que se fueron cambiando y chistes que nos sorprendieron y que fuimos incorporando. Por decirte una pelotudez, yo me quedé sin voz, yo estoy afónico, y mi novia le dice a mi madre: 'Bueno, somatiza, se quedó sin voz'; y la madre le dice: 'Se habrá quedado sin vos, porque conmigo se quedó'.

-¿Crees que la gente se tiene que ir con alguna enseñanza de la obra en sí?

-El público termina de completar la obra para mí. Hay gente que se va pensando en lo que es las parejas o lo que pudieron hacer los padres. Porque yo en mi obra hablo de mi padre muerto, que papá no me hablaba y hay muchas cosas que yo agregué a la obra porque en casa papá tampoco me hablaba, pero porque a papá tampoco le habían hablado y tampoco jugaba conmigo. Era un buen padre, mi padre de verdad, el Sebastián Presta, pero bueno no era un tipo que jugaba o que te podía decir un te quiero, que te abrazaba, yo eso lo llevé a la obra. Se nota bastante, hay gente que se emociona en ese momento que yo hablo con mi padre, que ya está.

-¿Por qué lo llevás a la obra?

-Porque me gusta llevar cosas mías, o sea yo por lo general cuando viene un guión, es innato en mí y colaboro, meto cosas. En la obra, mi madre cuenta de su hermana que le hizo la cruz, ellas se pelearon en la obra, mi mamá con la tía Irma. Y en la vida real mía también, yo tenía una tía Irma que ya se habían peleado a muerte y de hecho se murieron y nunca se amigaron. Mi mamá te hacía la cruz y no te hablaba más. Yo en la obra las hago amigar. En la obra hablo de lo que fui y soy. Que soy asmático, que era boyscout. Son todas cosas que fueron de verdad. Que fui monaguillo. Hay muchas cosas que fui metiendo.

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-¿Crees que también inculcás un montón de cosas tuyas a la obra como para sanar algunos aspectos?

-Trato de hacerlo en terapia eso, pero yo creo que indirectamente sí. Porque todas las noches le hablo a mi padre, todas las funciones le hablo a mi padre y cuando le hablo a mi padre, me acuerdo de mi padre y le digo cositas así que de alguna manera me sano. Y puedo perdonar porque también aprendí eso viste, que a uno le toca a los padres que tocan y que lo más sano es entendernos y perdonar y te liberas un montón.

-O sea que tu vida se identifica bastante con la obra...

-Contamos cómo me conocí con mi novia y eso también me pasó, o sea yo tenía una compañera que me encantaba, no me daba bola y en una fiesta de la empresa, no sé si tomamos un poquito de más o qué pasó, pero Leticia se fijó en mí. Y ahí empezó una relación, estoy hablando de mi vida de verdad, que también se llevó a la obra. Yo con Leticia, que me encantaba, no me daba bola en el trabajo y de repente algo pasó, lo contamos y lo contamos por un musical. Así que sí, me siento muy identificado con un montón de cosas. Me encanta, me encanta que de alguna manera me llegue y me sale más fácil. Si tiene que ver conmigo, es más fácil para contarlo.

-Y hablando de tu vida personal y de la obra... ¿también te costó irte de tu casa?

-Sí, me echó mi psicoanalista a los 22 años y me dijo: 'Te vas de tu casa'. Me fui a vivir a San Telmo, empecé a vivir con un amigo, pero jamás imaginé que yo me podía ir de casa y mantenerme solo, tener un trabajo y llegar a fin de mes. Yo fui a terapia por asma, que también la contamos en la obra, y mi psicoanalista me decía: 'Vos estás con asma pero porque estás en alguna manera encerrado en tu casa, tenes que salir'. Y yo me fui de casa y el asma se me fue y pude trabajar de lo que me gustaba, pude salir con una mujer que me gustaba. Qué sé yo, uno no se anima a poder estar bien y hoy por hoy estar protagonizando una obra en la calle Corrientes es una de las cosas que jamás pensé que me iba a pasar en la puta vida. Yo cuando era chico me iba al Paseo la Plaza a ver a unos actorazos y hoy por hoy estoy yo y varios amigos míos ahí y es una locura. Cuando pasaron 30 años prácticamente, ¿no? La cultura se está yendo a la mierda, nunca imaginé que yo iba a estar, tampoco pensé que me iba a animar porque me costaba mucho estar enfrente del público.

-¿Cómo te animaste?

-Yo era bastante tímido por más que hacía ya vídeos graciosos. Me costaba bastante y hoy por hoy lo puedo disfrutar, por suerte uno va evolucionando, por eso también está bueno que sepan las nuevas generaciones que uno va evolucionando... Que se aguanten el comienzo, que muchas veces no está bueno, que muchas veces te equivocas y vas aprendiendo. A mí me pasó eso, yo me equivoqué mucho, hice bastante papelones y no me animaba a volver a subirme al escenario. Hay que aguantarse los fracasos porque bueno, uno así también va aprendiendo.

-Entonces también, un puntapié para toda la carrera que tenes hoy, puede ser el que tu psicóloga te haya dicho huir de esa casa...

-No quiero ser malo con mi familia, mi familia es gente maravillosa, pero yo era muy mamero. Yo necesitaba crecer y animarme a otras cosas. Y huir de casa me ayudó muchísimo a crecer. Recuerdo esa primera sensación de que yo no me animaba a nada, a pasar a estar protagonizando una obra en la calle Corrientes, fue un gran logro. Pero sí, le debo mucho a mi terapeuta y bueno y a mí que tuve la fuerza para hacerlo. La vida no es fácil, a veces uno se puede llegar a deprimir mucho porque la exigencia también es muy fuerte y eso en las escuelas no te enseñan.

A mí me encanta que te enseñan matemática, geografía, pero hay muchas cosas que deberían enseñar. Pero si no tienes buena salud... La salud mental es fundamental. Te relacionás con tu cuerpo, con tus compañeros, con tu pareja. Todo eso se tendría que hablar mucho más y también cómo cuidar el cuerpo. La alimentación de hoy es cualquiera y es fundamental. Estamos todos con cáncer y enfermos, y pero más vale, si no le damos bola a la meditación, al yoga, a la salud mental. Yo creo que hay escuelas que ya se están ocupando, pero en mi época era nada, era tenes que ser el mejor como puedas, y si no eras el mejor eras un perdedor y no. Igual creo que las nuevas generaciones ya las tienen mucho más claras.

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-Me parece que hoy en día ya no es tan tabú como antes el hecho de la terapia, el psicoanálisis y todo eso...

-Para mí la psicología era para los locos. Era como que cada uno tenía que luchar con sí mismo como podía. Hoy estamos mejor. De alguna manera hay muchas cosas que encuentro, pero hasta la sexualidad. ¿Cuántas veces tenías que estar encerrado? ¿Cómo vas a salir con un hombre o con una mujer? La homosexualidad en esa época era difícil. Ahora es mucho, mucho más mejor.

-Antes me habías nombrado que hiciste muchos papelones. ¿Qué eran esos papelones? ¿Qué te marcaron?

-Yo quería aprender a hacer stand-up y era una técnica que quería perforar. Hice un curso, hice otro, me hice un textito, lo armé y un productor me dijo: 'Seba quiero que vengas a hacer stand-up', yo le digo que no y él me dice que va a estar todo bien, y fui a hacer stand-up con dos grosos a una pizzería. Arranca uno de los grosos, la rompió y cuando salgo ya a hacer lo mío, hice cualquier cosa. Empecé a repetir texto y yo veía que la gente no se reía, la gente me miraba mal. Fue un desastre, la pasé mal. Bueno, no sabía hacer stand up.

Me bajé del escenario aterrado y un mozo se me acercó y me dijo 'Che, no me gustó nada lo que hiciste'. Y tardé como tres años en volver a subir a un escenario. Pero porque no me quedó otra en la vida, nos echaron a todos de “Duro de Domar”. Fue un papelón bastante grande y después me pasó de olvidarme letras y tener blancos y pasar papelones, pero uno va aprendiendo. Hay que bancarse los fracasos.

-Fue como una enseñanza al fin y al cabo...

-Sí, igual prefiero aprender de otra manera porque lo que fue en esa pizzería, fue horrible. De hecho, el otro día fui a estacionar el auto y el del taller me dijo riéndose: 'Yo estuve en esa pizzería, fue malísimo'. Y le tuve que decir que sí, que no estuvo bueno. Yo no me quiero cruzar más con gente que me vio ahí, es terrible. Pero me la tengo que aguantar y ya, después compensé con cosas muy divertidas.

-¿El stand-up es una cuenta pendiente para vos?

-Sí, ahora estoy más relajado, pero sí, tengo que aprender.

-Y ya tendrás otras oportunidades en pizzerías y en otros lugares...

-No, desde ese entonces no piso más en una pizzería. Porque además la gente comía, no te daba mucha bola. Fue espantoso. La próxima vez quiero que sea en un teatro, es una asignatura pendiente, me falta animarme.

-¿Y cómo es actuar desde el humor?

-No sé, y no sé por qué hago humor. No sé cómo sucedió, porque además tampoco que cuando yo era chico era gracioso. De hecho, en la vida real yo pongo un freno porque ya quedas como pelotudo,  o sea se me sale el chiste, que muchas veces es gracioso para mí, no tanto para el otro, entonces trato de ponerle un freno en la vida real y no en el escenario. Cuando nosotros estamos actuando, por ejemplo, y sucede un chiste y la gente se ríe o ves que larga la carcajada o que empieza un aplauso o que empieza a golpear el pie en el piso es una felicidad. Ahora, me pongo a hablar de mi padre y digo que lo extraño y se genera un silencio sepulcral que también disfruto muchísimo.

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-¿Qué vieron en vos como para que hoy termine siendo un personaje divertido?

-No sé quién vio a alguien, pero nunca fui gracioso. Siempre fui bastante calladito y retraído. De hecho, uno de mis primeros personajes que hice en la televisión era mudo. No sé cómo fue el tema del humor en mí. Pero yo sí veía cuando era chico muchas cosas. Veía hiperhumor, que era un grupo de uruguayos. Es una frase muy hecha, pero siento como que el humor me eligió a mí, más que yo. Ahora lo elijo, por supuesto. Me pasa también cuando me hacen notas, o cuando alguien me para por la calle que con mucha alegría me pide una foto. No me hago mucho cargo de que los hice reír. Me dicen, 'Presta qué genio que sos'. Y no, no soy. Yo laburo en grupo, siempre me rodeé de gente talentosa también. Yo solito no puedo hacer nada. Y hay gente que solita puede hacer muchas cosas. Yo todavía no. Esa es una asignatura pendiente.

-¿Por qué crees que todavía no?

-Porque todo lo que hice lo hice en grupo y con gente muy grosa, pero ya va a llegar el momento donde yo imprima totalmente mi guión, donde lo dirija, donde lo produzca, donde cobre la entrada, todo. Es un objetivo, tengo ganas de escribir, tengo ganas de arrancar uno de cero.

-¿Cuánto cambió el humor de antes y el de ahora?

-Cambió, por supuesto. Hoy hay gente que hace humor inteligente muy bueno y hay gente que hace humor boludo. Pero bueno, a grandes rasgos para mí cambió. Quizás antes hacíamos un humor más ácido, hasta más cosificador quizás por momentos. Hoy ya no, porque ya no me divierte, más allá de que voy a llegar a tener un problema. Uno va cambiando, estábamos en una época muy machirula que hoy la ves después de diez años y no daba. A mí me gusta el humor zarpado. Pero bueno, hay que tener huevos también, y bancársela que se viene. El humor cambió y va a volver a cambiar. Quizás ya no queda tan bien el humor de antes para mí. O sea, quizás lo que antes causaba gracia, si hoy lo volvés a ver decís 'como se iban al carajo'. Pero no es que se iban al carajo, sino era como que lo que se aceptaba en ese momento que ahora ya no.

-¿Con qué rol te sentís más cómodo? Sea actuando en un teatro, en la televisión, en una película...

- Creo que en un asado con amigos, es cuando me siento más yo. Pero yendo a lo laboral, ahí me gustan las tres cosas. El teatro me encanta, más cuando estás sentado. Ya hace un año que lo hago y ya me aprendí la letra. Lo puedo disfrutar muchísimo. Los estrenos son terribles para mí. El cine es fantástico. La televisión, porque es corte, va de nuevo, también me gusta y tiene un poquito más de magia. Creo que, ya sea televisión o teatro, me gustan los tres. Y son los tres distintos. Lo que tiene el teatro es que no tiene red. Ahí te equivocas, pasas el papelón de tu vida. Con el cine, con la tele vas un poquito más cuidado.

-¿Te pasó?

-Sí, claro. En el teatro me equivoqué muchas veces y pasé el papelón de mi vida. Y en las ficciones también. Yo veía que le pasaba a todos. Y ahí tenes una red de contención que no pasa nada. En el teatro no tenes red, estás a 20 metros de altura en una cuerda floja, y ahí tenes que encontrarle la vuelta para que no sea una cuerda floja y que sea un piso más estable y que si estás cayendo que sea lo más dignamente posible, pero ahí no hay red, es mucha adrenalina.

-¿Qué proyectos tenes además de la obra que estás interpretando ahora?

-Hay un par de cositas, la idea es hacer una obra nueva. Me llaman mucho para hacer tele y digo que no. Me llamaron varios, por suerte. Me llamaron para el programa de Susana, que había que viajar a México a grabar con varios comediantes o para Bendita TV, para hacer algo en Polémica en el Bar también, pero a la televisión no quiero volver. Y como en el teatro llego a fin de mes, me doy el lujo de decir que no. Pero el día que no llegue a fin de mes voy a tener que ir a hacer alguna paparruchada por ahí. Yo hoy, prefiero estar tranquilo. A mis 50 años, ya está. Exprimo la tranquilidad al máximo.