Desde su Guachipas natal, en la provincia de Salta, a esta Argentina que 68 años después le parece otra totalmente distinta, pasaron muchas cosas en la vida de Roly Serrano. El actor busca graficarlas en el único proyecto que tiene gustosamente en pie: Rolando, su unipersonal que se puede ver todos los lunes en el Teatro Chacarerean, y los jueves, viernes y sábados en otras salas itinerantes del interior bonaerense y del país, que recorre para cargar baterías.
En esas casi siete décadas hubo muchas transformaciones y cambios en el país, pero desde el último domingo existe algo que para su generación parecía imposible volver a ver: una ultraderecha cargada de odio a centímetros de ser elegida gobierno por la democracia. El artista charló con BigBang acerca de qué significó para él en lo personal esta nueva realidad política, además de abordar otros temas profesionales y personales que lo tienen activo y movilizado.
¿Cómo te pegó en lo personal el resultado de las PASO?
- Mi parte desahuciada de todo lo que está pasando, realmente sintió que de alguna manera es posible que en la gente sucedan cambios, esto de decir 'basta', pero la preocupación está en que no importa con qué. Y me parece bastante duro que no importe que sea un tipo con una personalidad que después se puede transformar. Yo con poder no me lo quiero ni imaginar.
Igual no creo que el tipo... se puede armar un quilombo muy feo. Mucha gente se puede enojar y ya sabemos cómo es esto. Siempre termina muriendo gente al pedo"
Javier Milei apuntó contra el INCAA y dijo que lo cerraría, al igual que la TV Pública y otros organismos y empresas estatales. ¿Cómo te golpea eso?
- El tipo lo dice con una naturalidad, como si fuera cuestión de cerrar la puerta, poner llave e irse a otro lado. No va a ser tan fácil. Creo que hay una gran parte de la sociedad que no lo va a permitir. Sobre todo cosas importantísimas para nuestra sociedad como el Conicet, que me parece que es uno de los avances más importantes que tenemos en la Argentina. Que lo vayan a cerrar porque dicen que son vagos, porque no tienen idea.
Lo único que tienen son números en la cabeza e hipótesis de números y de contabilidad, y el país no es un un negocio, no es una empresa. ¡Es un país! Hay gente que vive, que sufre, porque todavía no hemos podido solucionar como sociedad un montón de cosas. Igual no creo que el tipo... se puede armar un quilombo muy feo. Mucha gente se puede enojar y ya sabemos cómo es esto. Siempre termina muriendo gente al pedo.
¿Creés que se puede revertir el resultado?
- Hubo una elección donde un 60 por ciento votó, faltó el otro 40. Vaya a saber qué puede pasar más adelante. Creo que a partir de que este muchacho consiguió muchos votos en esta etapa, ya mostró la hilacha en un montón de cosas donde la gente se preocupó. Así que yo creo que se puede llegar a revertir. Conozco mucha gente que no ha ido a votar por distintas razones. La cuestión es no hacer el "vamos a ver qué pasa". Tenemos que ponernos militantes de una forma de vida que es distinta a la que propone esta persona.
Hay cosas que son tremendas, cuando dice: "Ningún extranjero va a poder utilizar las universidades, los hospitales". Si hay algo de lo cual se caracteriza nuestra sociedad es por eso, por la solidaridad en ese sentido. Vos viajás por todo el mundo y en todas las partes la gente tiene que pagar para poder hacer algo. Andá a enfermarte en Suiza a ver qué pasa. Y es una sociedad en la que viven bien, pero andá a necesitar la universidad.
No existe, inclusive en muchas partes de Latinoamérica. Somos un país distinto. ¿Por qué dejar de serlo? ¿Por qué transformarnos en otra cosa que personalmente no somos? Tenemos que cambiar la mentalidad a la hora de cruzar la calle como corresponde, la de frenar cuando tenemos que frenar. Un cambio de mentalidad social, que es lo que nos debemos como personas.
¿Qué crees que fue lo que se rompió para que este ese discurso privatizador pueda volver a permear en la sociedad?
- Antes había más códigos en las personas, no sé, tengo esa sensación. Yo me acuerdo de niño, mi viejo era jefe de correo relevante, y manejaba plata de correo de la Casa Nacional de Ahorro Postal. Tenía el poder de tener dinero que no era suyo y lo hacía con una responsabilidad, y vos si encontraba a alguien que hacía algo distinto a ser honesto, no era bien visto. Hoy sabemos que hay una gran cantidad de deshonestidad en general, y cómo hacés contra eso. Es imposible.
Siento que hay un cambio muy grande en la modernidad, en el cual hemos perdido cosas, códigos de convivencia, de respeto. A veces digo que "El Guasón" es más superhéroe para nosotros que Superman, que parece un pelotudo que tiene los calzoncillos arriba del pantalón"
Cómo hacés con pibes que son nietos de gente que no ha trabajado nunca, con esos pibes que se enganchan en la droga o a vender porque es la única salida que tienen, porque no ven un futuro. No les importa nada, quieren salvarse hoy y en el día a día. Siento que hay un cambio muy grande en la modernidad, en el cual hemos perdido cosas, códigos de convivencia, de respeto. Bueno, la empatía misma de la gente con personajes como El Sapo de El Marginal. Yo lo vivo, en la calle me dicen: 'Qué grande, sapito'. A veces digo que "El Guasón" es más superhéroe para nosotros que Superman, que parece un pelotudo que tiene los calzoncillos arriba del pantalón.
Estás con tu unipersonal Rolando todos los lunes en el Teatro Chacarerean, un trabajo muy autobiográfico. ¿Cómo lo calficarías?
- Creo que es un trabajo muy honesto de mi parte. Lo vivo como como un proceso mío de decir: "Voy a poner mi verdad ahí arriba del escenario", con todo lo que aprendí como actor y como persona. Creo que ese logro tiene que ver con un proceso mío, con idas y vueltas, con dudas. La gente que recibe me habla mucho de la honestidad del trabajo. Y sobre todo que no es un humor fácil, sino que es lo más sutil posible. Y la gente lo agradece tanto, porque sale conmovida.
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No sé, la verdad que es muy difícil de mi parte ponerme elogiar mi trabajo, que también tiene sus fallas. Yo todavía lo sigo trabajando, reelaborando de acuerdo al ida y vuelta que tengo con el público. Porque en definitiva ese es mi propósito, que la gente lo reciba por la emoción o por la razón, para mí los dos elementos más fundamentales que te debe generar un trabajo artístico.¿Cuáles son los elementos más atractivos de este trabajo tan autobiográfico?
- Para mí, cada uno de esos trabajos me ha dejado algo. Me han dado algo. He aprendido de cada uno de ellos y sigo aprendiendo. Y eso el lo que más me gusta de mi profesión, esto de ir elaborando a partir de cada cosa que descubro, del mundo que descubro desde una investigación, un encuentro. Cada vez que voy a hacer un trabajo entro dentro mío y, lo primero que tengo que hacer, es sacar al de afuera lo que considero importante para hacerlo. Eso es tu crecimiento también, porque ahí limpiás. Yo separo la parte comercial, el business de nuestro trabajo, a lo que es mi trabajo en lo personal, lo que yo considero que es parte de mi vida.
El viernes estrenaste "Unitarios federales. Miradas del sur" en canal Encuentro. ¿Cómo te encontró la tarea de ser una especie de conductor?
- Yo he conducido radio, por internet. En Radio Cooperativa tenía un programa también. Me gusta mucho la conducción, pero nunca me lo imaginé a este nivel. Fue la gente de Encuentro que me convocó y dijeron: "Nosotros queremos que seas vos seas quien conduzca". No lo hago al estilo conductor, utilizó la parte mía actoral, porque mi personaje es como una especie de Indiana Jones que habla sobre cada tema que le toca hablar de acuerdo al documental que le toca presentar. Entonces me es fácil, me resulta muy fácil, porque no tengo que intercambiar con nadie, quizás el 60 por ciento de lo que digo está guionado, porque es importante decir los datos precisos.
¿Proyectos para más adelante?
- Me pasó algo muy especial. Yo termino de hacer la temporada en Mar del Plata, producida por Aldo Funes, después fui a Entre Ríos un mes a firmar una película que protagonizamos con Osvaldo Laport. Después de ahí vine a firmar las últimas escenas de una película que dirigió y escribió Luis Ortega, y en ese interín, sobre todo en la semana en la que estaba en Entre Ríos sin Internet, me limpiaron la caja del banco, me sacaron toda la plata del banco. Hacía años que venía juntando platita para hacer algún cambio, arreglar mi casa o lo que sea, tomar fernet, porque era mi plata. El banco lo reconoció, dijo que hubo una estafa, pero no me devolvieron ni un peso.
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Y ahí quedé como diciendo: "Puta madre, ¿qué sentido tienen un montón de cosas?". Y sobre todo esto de trabajar y decir: 'Bueno, si me pagan voy'. Entonces dije: "Voy a hacer lo que tengo ganas de hacer, quiero hacer un trabajo en el cual decir lo que yo ganas de decir". Entonces me junté con Alfredo Megna, porque él me hinchó para que lo hagamos, fue el motor impulsor muy importante, y lo hicimos, logramos hacerlo. Y no tengo ganas de hacer otra cosa por ahora.Me gusta mucho estar con la gente, convivir. El ida y vuelta cara a cara, de charlar con el público después, la devolución. Viajar por el interior, ver la realidad de nuestro país, de nuestra sociedad. Yo soy provinciano, entonces cada vez que me voy es como que cargo las baterías. Por eso por ahora sólo me quiero dedicar a hacer Rolando los lunes en el Teatro Chacarerean, y después jueves, viernes y sábado, salgo de gira por el interior del país y Gran Buenos Aires.
me sacaron toda la plata del banco. Hacía años que venía juntando platita para hacer algún cambio, arreglar mi casa o lo que sea, tomar fernet, porque era mi plata. El banco lo reconoció, dijo que hubo una estafa, pero no me devolvieron ni un peso"
¿Te gusta la ruta? Está bueno esto de recargar baterías
- Pero cómo. Amo la ruta. Mi familia nomás se preocupa, porque a veces es un poco peligrosa. Pero soy bastante prudente para viajar. Además nunca lo hago solo. Y me gusta disfrutar, salgo con mucho tiempo, me paro a ver lugares, a conocer. Lo disfruto desde ahí, no hago un viaje de esos relámpago, que voy llego actúo y me voy.
Es parte de lo que te modificó que te hayan vaciado la cuenta, ¿no?
- Totalmente. Además tengo la suerte de saber que la gente se interesa por tu trabajo, porque no habíamos estrenado todavía la obra y se habían vendido más de 20 funciones. Eso me parece una cosa maravillosa, porque es como que confían en mi trabajo, y cree que lo que hago está bueno y que vale la pena. Esto me pasó los últimos días de marzo, la última semana. Hice denuncias en todos lados, pero nada. Inclusive hubo un abogado muy mediático con el que me encontré en una nota y me dijo que me lo iba a solucionar, mandé dos mensajes, le mandé todo lo que necesitaba él tener y no me contestó.
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¿Esto te hizo ver las cosas de otra manera?- Sí, si uno no es capaz de aprender o reaprender a partir de eso, creo que es poco inteligente. Me acuerdo del horror que tuvimos que vivir en la cuarentena. Bueno, a ver ¿qué sacamos en limpio de eso? ¿Para qué sirvió aparte de la desgracia de tener que estar encerrado durante meses? Algo tenés que hacer, porque si no es como que la vida pasa y no pasa nada.
La pregunta acerca de si íbamos a salir mejores de la pandemia...
- Yo no sé. Creía que sí, pero me parece que no. Me acuerdo de la primera intencionalidad de la gente aplaudiendo a los enfermeros y médicos, que era maravilloso el reconocimiento de esta gente que se jugaba la vida por nosotros. Y de pronto te enterabas que había un enfermero en tu edificio y no lo dejabas entrar, porque no vaya a ser cosa que traiga un virus del hospital. Es la desgracia que tenemos, loco.
De eso hablabas cuando decías de cambiar como sociedad.
- Claro, que quizás nos sea bastante difícil. Creo que fuimos así maleducados, malcriados con el individualismo. Hoy en día la imagen de la televisión es tremenda. No hay ejemplos de vida, no hay nada. Muchos jóvenes están alienados con la idea del éxito para vivir bien. Tener el mejor cuerpo, la mejor pareja, y el resto no sirve. Entonces es la búsqueda constante de ese supuesto éxito. Hay que aprender a reconocer tu propio éxito, tu propia ganancia. Tu propio logro, que es importante.
Hay una empresa de pastas que se llama Oralí, que me está dando una mano con todo lo que yo no puedo gastar. Sobre todo lo que es gráfica y papelería. Esa empresa familiar, de toda su ganancia destina casi el 50 por ciento en un emprendimiento que se llama "Pancitas llenas", y hay un montón de grupos de niños que comen y viven todos los días, gracias a eso. Y es una familia que tiene una empresa, y que gana dinero porque es bueno lo que hacen, pero destinan gran parte de su plata a eso. No es beneficencia, es ayuda, es compartir. Es dar la mitad de lo que tengo y no lo que me sobra. Eso me gustaría destacar.