El último fin de semana, Abel Pintos y Mora Calabrese vivieron una de las jornadas que más ansiaban: su fiesta de casamiento. Primero, la pareja se casó por civil el 19 de septiembre, en la ciudad de Resistencia. Horas después, hicieron una pequeña celebración en la casa de los padres de la novia, ubicada dentro del barrio privado California. Finalmente, el 25 de septiembre hicieron una fiesta a lo grande.
La pareja festejó con sus familiares y amigos en la estancia Villa María, cerca de la localidad de Cañuelas, donde tiempo atrás se casaron Luisana Lopilato y Michael Bublé. El evento fue hermoso: ubicado sobre un terreno de 3000 metros cuadrados, una casona inglesa y una laguna artificial, contó con la presencia de 60 personas y comenzó a las 17, con una ceremonia religiosa. El único famoso fue Jairo, quien entonó el Ave María.
Pero este amor nació hace muchos años. Y en secreto. El cantante y la empresaria se conocieron en 2013. Durante seis años, nadie supo de su romance. Es que la vida privada de Abel era un misterio total. En aquel momento, el músico repetía en sus entrevistas: “Siempre cuidé mucho mi intimidad. Tengo una edad en la que elijo vivir todas las historias que se me presenten, pero contarlas le quita valor. El día que viva una historia de amor no lo voy a confesar a los cuatro vientos”.
Para entonces ya había conocido a Mora. Y era una historia increíble. Fue amor a primera vista. Una noche de 2013, Pintos viajó a Chaco para dar un recital en Resistencia, la tierra natal de Calabrese. Ella era fanática del cantante y sacó una entrada en la primera fila. Tras el show, ella, que es parte de una de las familias más reconocidas y ricas de la provincia, le pidió al representante del músico si podía saludarlo en el camarín. Cuando el manager le dijo que sí, el corazón casi se le sale del pecho. A Abel le pasó algo parecido cuando la vio.
Hubo buena onda casi al instante. Intercambiaron teléfonos. Se prometieron volver a verse. Abel tenía una agenda muy apretada y una gira nacional que ocupaba el resto del año. Nunca dejaron de escribirse. Un día ella dejó Chaco y viajó a Buenos Aires para verlo. Así comenzó el romance. En secreto y a la distancia.
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La primera vez que el músico habló sobre su amor con Mora fue en junio de 2017. Esa noche, cuando ganó su tercer Gardel de Oro, le dedicó la estatuilla a su “leona”. Sus fanático y sus fanáticas no necesitaron más datos para saber que el amor había llegado al a vida del artista. Dos años después, en 2019, apareció la primera foto de la pareja en la portada de una revista ya desaparecida.
Tras las repercusiones, Pintos aprovechó para blanquear el romance en sus redes sociales. “¿Vamos a jugar un rato con esto o qué? Vengan esas preguntas”, escribió en sus historias de Instagram. “¿Es verdad que tenés novia?”, preguntó un usuario. Abel respondió con sincero: “Sí”. Y le agregó un emoticón de corazón.
De a poco, Abel fue soltando datos sobre su pareja. Primero se supo que ella era empresaria textil, miembro de una familia de clase alta de Chaco, que era mamá de Guillermina, que estaba separada y que Pintos se había mudado a Resistencia para comenzar a convivir con ella. En 2019, contó en su cuenta de Instagram junto a una foto de la hija de Mora: “¡Qué suerte la mía ser parte de tu vida!”. Y agregó: “Cuando con Mora decidimos iniciar un camino de pareja, casi de inmediato le propusimos a Guillermina comenzar un camino de familia. Ella aceptó y yo entendí que debía pararme en otro lugar en la vida”.
De a poco, comenzó a contar detalles sobre su pareja. “Si bien en mi familia siempre se respetó eso, necesitaba limpiar los egoísmos de la individualidad. Tenía que empezar a tener una mirada y a entender las cosas como familia. Lo deseaba. Fue una decisión tomada desde el amor absoluto”, agregó. Después de eso, publicó fotos de su novia y escribió: “¡Año nuevo, vida nueva!”, dice el refrán. Algo que Abel Pintos decidió poner en práctica durante 2020, donde levantó (solo un poco) el perfil y empezó a mostrar en redes sociales diferentes momentos de su nueva vida. Uno de ellos fue cuando para el Día de los Enamorados le dedicó un romántico posteo a su amada. “Estás enamorado porque bailás en todos los rincones, los abrazos y las caricias son el pan de cada día y las risas y sonrisas te hacen la cara tres talles más grande. ¡Salud por eso! ¡Feliz día!”.
Hasta que al poco tiempo, le contó a sus fans que iban a ser padre: “No nos cabe la felicidad en el cuerpo y las palabras no alcanzan para expresarla en su totalidad. Todo lo que pensamos nos resulta poco porque es demasiada grande la emoción”, escribió junto al emoji de una mujer embarazada y cerró con el nombre de una canción de Violeta Parra Sandoval, que inmortalizó Mercedes Sosa: “¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!”.
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Y completó: “Tengo un nudo en la garganta, una sonrisa de un kilo y medio en el medio de la cara, un silencio en el estómago y mil imágenes en la cabeza. En el corazón, en el corazón tengo una primavera. Gracias”.
El 22 de octubre nació Agustín Pintos Calabrese, el primer hijo de la pareja, en una clínica privada de Resistencia, en Chaco. “Todo lo que diga está de más, las luces siempre encienden en el alma”, posteó Pintos en su cuenta de Instagram. Y en una entrevista, afirmó: “Es conmovedor. Tanto Guille como Agustín me enseñan, me desafían emocional, intelectual y creativamente a diario. Me enfrentan a eso, pero los desafíos siempre me han gustado mucho, así que vivo en un estímulo constante. Estoy muy a flor de piel, pero muy feliz”. Luego de cumplir la construcción de su familia, Abel y Mora celebraron su casamiento. Un amor que crece día a día.