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Sexo y traición en la Casa Blanca: Mónica Lewinsky y la serie en la que contará todo sobre Clinton

El affaire que casi le cuesta la presidencia a Clinton llegará a Netflix.

07 Agosto de 2019 14:49
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Luego de ficcionalizar el caso de OJ Simpson y el asesinato de Gianni Versace, la serie American Crime Story ahora encarará la escandalosa relación entre el ex presidente norteamericano Bill Clinton y Mónica Lewinsky

La misma Lewinsky participará como productora del proyecto, convocada por el creador y director de la serie, Ryan Murphy. "Estoy muy agradecida de la evolución que hemos tenido como sociedad y que permite que gente como yo, históricamente silenciados, podamos reintroducir nuestras voces en la conversación. Esto no es solo un problema mío", declaró la ex becaria de la Casa Blanca a Vanity Fair sobre la serie. "La gente poderosa, normalmente hombres, se aprovechan todo el rato y de mil maneras distintas de aquellos subordinados a ellos. Mucha gente verá esta historia como tal".

Escándalo y traición en el despacho oval

Graduada del Lewis & Clark College, Lewinsky fue contratada en 1995 para trabajar como pasante en la Casa Blanca y luego comenzó a trabajar en la Oficina de Asuntos Legislativos del gobierno nacional. 

Su relación clandestina con Clinton comenzó en noviembre de ese año -ella tenía 22 años, él 51- y se extendió hasta 1997. La joven eventualmente le contó sobre el affaire a Linda Tripp, una de sus compañeras de trabajo quien, sin que ella lo supiera, comenzó a grabar secretamente las conversaciones en las que relataba sus encuentros con el presidente.

Tripp también persuadió a Lewinsky de que guardara los regalos que recibía de Clinton y de que no lavara un vestido en el cual el primer mandatario había dejado una mancha de semen.

Paralelamente, le entregó las grabaciones de sus conversaciones con Lewinsky al fiscal Kenneth Starr, quien investigaba varias sospechas de corrupción que rodeaban a Clinton. Empeñado en forzar el fin del gobierno de Clinton, el funcionario ya llevaba 40 millones de dólares de las arcas públicas gastados intentando hacer prosperar alguna de sus causas.

Linda, además, se comunicó con la agente literaria Lucianne Goldberg, quien terminó revelando el romance a varios periodistas. La bomba terminó explotando en los medios el 21 de enero de 1998 mediante un reportaje del Washington Post. 

Clinton decidió enfrentar públicamente los rumores cinco días después: acompañado por su esposa Hillary brindó una conferencia de prensa en la Casa Blanca en la cual emitió una frase que se convertiría en histórica: "No tuve relaciones sexuales con esa mujer".

Confesiones

Sin embargo, el caso que Starr buscaba armar contra Clinton no despegó hasta julio, ya que Lewinsky se negaba a hablar sobre el tema por una razón de peso: en una investigación previa a Clinton por acoso sexual, abierta luego de una denuncia de la secretaria Paula Jones, había asegurado que no tuvo ningún contacto íntimo con el presidente. Si  frente al fiscal declaraba lo contrario, podría ser acusada de perjurio. 

Eventualmente, Starr le prometió inmunidad, y fue así que accedió a testimoniar en contra de Clinton y brindó como prueba el vestido manchado que contenía evidencia de ADN. 

"Fue uno de los actos más humillantes de mi vida", recordó en su biografía, escrita junto a Andrew Morton, sobre la entrega de la prenda. "Pensé mucho en si debía dárselo o no a los fiscales. Pensé en lavarlo y decirles 'Aquí tienen el vestido, pero está limpio', pero para entonces estaba muy paranoica y sentía que observaban mis movimientos todo el rato. Veía posible que me mandasen al polígrafo y así sabrían que habría quebrado la ley ocultando pruebas. Entonces me acusarían de obstrucción a la justicia y perdería mi inmunidad".

Ante la contundencia de las pruebas, Clinton admitió en un testimonio judicial que efectivamente tuvo "una relación física inapropiada" con la pasante. El mismo día de su declaración, el 17 de agosto de 1998, encabezó una transmisión en cadena nacional confesando el hecho. 

Él, al igual que Lewinsky, había negado el vínculo frente a la Justicia en su declaración por el caso de Paula Jones. Así, terminó acusado de perjurio y obstrucción de la justicia, delitos que lo llevaron directamente a un proceso de destitución. 

Clinton, sin embargo, se salvó de que su mandato sea revocado en el voto final del Senado: todo el bloque de su partido (el Demócrata) votó en contra de la destitución por lo cual el presidente logró seguir en su cargo. 

Pero a pesar de esa amarga victoria, el caso se probó decisivo en las elecciones del 2000: la fórmula del partido Demócrata encabezada por Al Gore -ex vicepresidente de Clinton- terminó derrotada frente a la de los republicanos y George W. Bush se convirtió en presidente. 

Vilipendiada por los que juzgaban su moral -y también por los que la responsabilizaban por la debacle del presidente- Lewinsky fue una figura injustamente perseguida por los medios durante mucho tiempo.  

"Ella hizo todo lo que pudo para evitar traicionar a su amante, hasta el punto de firmar un acta judicial que negaba el affaire. Una vez que fue arrinconada, se decidió a contar la verdad. Lo más asombroso de este aspecto del informe Starr es comprender cómo esta joven mujer estuvo preparada para respetar la ley, aún sabiendo que se exponía de forma tan grotesca al escrutinio público. Qué contraste con el presidente. Si esto es una fábula moral sobre la honestidad, entonces la señorita Lewinsky es su heroína", supo reflexionar reivindicándola el periodista Andrew Sullivan del New York Times, uno de los pocos que eligió no ponerla en la picota. 

La ex becaria resurgió en público en el 2014, con un celebrado ensayo titulado Vergüenza y supervivencia, publicado en Vanity Fair. "Claro que sufrí un abuso por parte de mi jefe, pero siempre he querido ser contundente en un punto: la relación fue consensuada. El abuso vino después, cuando me convertí en un chivo expiatorio para que se pudiera proteger su poderosa posición", escribió.