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Silvia Peyrou, íntima con BBN: su costado solidario, los abusos que sufrió y los éxitos que la marcaron

La actriz habló con este sitio de la etapa más difícil de su vida, detalló cómo está su salud y contó cuál fue el cómico que la cautivó. 

por Alejo Paredes

01 Octubre de 2022 08:00
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Silvia Peyrou tenía solo 15 años cuando un productor la vio bailando en una confitería, se le acercó y le preguntó: "¿Querés trabajar en televisión?". A los 16 ya estaba haciendo giras por Bolivia con Armando Manzanero y Gloria Gaynor, y un puñado de años después visitaba las hermosas ciudades de Sydney, Melbourne y Adelaida, de la bella Australia, de la mano de Alberto "El Negro" Olmedo y Jorge Porcel

A partir de ahí, no solo nació una talentosísima vedette y actriz que trabajó con los capocómicos más importantes en la historia del país, de la talla de Alfredo BarbieriMario SánchezJuan Carlos Altavista o el propio Artaza, sino que además de un caso de acoso sexual y abuso de poder, creó un personaje que conquistó el corazón de propios y extraños: "la chica de pelo colorado".

Aquel seudónimo surgió en 1984, cuando estaba haciendo Las mil y una de Sapag y uno de los protagonistas le dijo que no le daría "letra" si no tenía una relación con ella. "El protagonista del programa me decía que quería salir conmigo y que si no lo hacía, no me daba letra. La verdad es que una de las cosas que siempre tuve claro es que yo salía con la persona que me gustaba, no por el trabajo....porque sino me tendría que dedicar a otra cosa", explicó Silvia.

Y agregó: "Si en el trabajo tengo que transar o salir con alguien para trabajar, la verdad que no era lo mío y dije que no me dieran letra. Entonces me fui a la peluquería y me teñí el pelo que en ese momento era un rojo Gilda, medio raro, y cuando lo hice dijeron ´atrás del cómico, la colorada´. Entonces, ahí fui la colorada y con el tiempo fui cambiando los colores colorados porque me encanta, aunque ahora me hice algunas mechas negras".

En diálogo con BigBang, Silvia encontró en aquel cambio de look una forma de destacarse de las demás chicas y fue esa "marca" lo que le permitió de alguna manera acompañar a los grandes capocómicos y a las vedettes más talentosas de los '80 y '90 en teatro, en el teatro de revista, en el cine y la televisión. De todos guarda alguna anécdota, pero le aseguró a este sitio que tiene a su favorito: "Juan Carlos Altavista. Minguito. Para mí fue un antes y un después con Minguito. El respeto que tenía hacia los compañeros, a mi como mujer, lo maravilloso que era con la familia, las charlas que teníamos...hoy me quedan cosas pendientes porque él se fue muy joven".

Hoy, Silvia es la protagonista de Cómo evitar enamorarse de un boludo, obra que desde abril está en el teatro Picadilly, en una época donde no es fácil para un actor conseguir trabajo. "Qué lindo suena protagonizar una obra con ese título ¿no? porque uno ha tenido mucho alrededor y boludo es una palabra muy utilizada por los argentinos. A veces a mi hasta me molestaba escuchar constantemente decir boludo... Al principio cuando ensayaba sin público me decía ´ay, pero digo tantas veces esa palabra...´ y después cuando empecé a trabajar con distintos públicos de la provincia y localidades de Buenos Aires y ya creo que no es un insulto. Es como algo más cotidiano ya", destacó.

En una charla íntima con este portal, Silvia Peyrou recorrió su vida, contó que sufrió una violación y cómo la superó, habló de su costado más solidario, de la actualidad de su profesión y de la noticia que en su momento la desmoronó: cuando le detectaron cáncer de mama durante la pandemia. "Me lloré la vida porque no estaba con mis afectos. Estaba sola con mis compañeros de trabajo, Germán Kraus y Bianca Lauria, que me contuvieron muchísimo. Empecé hacer todas terapias, busqué ayuda y lo fui llevando muy bien. Al día de hoy estoy controlándome y uno sabe que te tenés que controlar y cada vez que lo hacés le pedís a Dios que no te encuentren nada", explicó.

La charla completa con Silvia Peyrou

¿Todo arrancó a los 15 años?

- Yo empecé a los 15 años. En realidad, no tenía la más pálida idea de lo que estaba haciendo. Estaba bailando en una confitería y me dijeron: "¿Querés trabajar en televisión?". Yo, como toda típica chica que quería jugar en la tele, me pareció divertido, empecé a bailar y a los 18 o 19 me di cuenta que había que ponerle mucha responsabilidad a esto. Una de las cosas que siempre digo es la humildad ante todo. Yo aprendí mucho de los grandes y ahí no paré. Me fui con Gloria Gaynor y Armando Manzanero a los 16 años a Bolivia, pero yo sentía como que era un juego. No lo sentía como una profesión o un oficio.  Ahora realmente siento que es un oficio que yo elegí y no podría hacer otra cosa que no tenga que ver con el arte.

Cuando yo era chiquita, mirá qué loco, decía que quería ser kiosquera, o sea quería tener un kiosco porque las golosinas me gustaban, y quería ser peluquera. No hay cosa que más me guste que la peluquería. De hecho, acabo de venir de la peluquería y voy dos veces por semana. Me encanta todo lo que tiene que ver con la creatividad del pelo, los colores y demás. Pero bueno, me quedé con ese deseo y cuando apreció esto de la televisión, teatro, revistas y cine, me dije 'esto es lo mío'. Soy un personaje, a veces se lo digo a mi hijo, que no sabe qué haría si no hubiese elegido esta profesión porque todo el tiempo necesito crear, sino me aburre. Agradezco estar trabajando y ganando dinero de lo que me gusta.

Fuiste y serás recordada como la mujer de pelo colorado. ¿Te teñiste el pero para destacarte o porque te gustaba nomás?

- En realidad fue para llamar la atención. Era un programa de humor y en los sketch, que eran muy lindos y trabajaba con unos actores maravillosos, el protagonista del programa me decía que quería salir conmigo y que si no lo hacía, no me daba letra. La verdad es que una de las cosas que siempre tuve claro es que yo salía con la persona que me gustaba, no por el trabajo....porque sino me tendría que dedicar a otra cosa. Si en el trabajo tengo que transar o salir con alguien para trabajar, la verdad que no era lo mío y dije que no me dieran letra. Entonces me fui a la peluquería y me teñí el pelo que en ese momento era un rojo Gilda, medio raro, y cuando lo hice dijeron 'atrás del cómico, la colorada'.

Entonces, ahí fui la colorada y con el tiempo fui cambiando los colores colorados porque me encanta, aunque ahora me hice algunas mechas negras. Ahora cuando uno lo va diciendo, lo que pasaba.... yo pensaba que era así, que era normal que alguien te invitara a salir de esa manera, y las estrategias que tenía que hacer y la cintura de bancarme e inventar qué podía hacer para que no me molestaran. Me pareció bastante interesante porque ha salido en tapa de revista la colorada: "Peyrou, la colorada". Quedó como una marca. 

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¿Qué recordás de aquellos trabajos con artistas de gran nivel como Armando Manzanero y Gloria Gaynor, teniendo solo 17 años?

- Recuerdo muchas cosas y lo que a veces me pongo a hablar en sobre mesa es el respeto. Yo observaba mucho la revista. Trabajé con casi todos de la década del ´80. Trabajé con Alfredo Barbieri, con Artaza, con Mario Sánchez, Marconi, Minguito o el negro Olmedo y Porcel. Y yo aprendí muchísimo de ellos porque el actor es de observar y yo no me daba cuenta que era actriz porque yo no estudié teatro. O sea, trabajando me fui moldeando y abriendo un poco el camino. Después sí comencé con la técnica mucho más adelante, pero la experiencia me marcó muchísimo. Aparte, con el Negro Olmedo tengo algo...aparte de haber trabajado en el teatro, tenerlo en el camarín y charlar, viajé a Australia por la colonia latina a Sydney, Melbourne o a Adelaida con el negro y con Porcel, y ese trayecto de viajar en un avión, hablar, que él hablaba en rosarino, que el otro hablaba en inglés y que yo no tenía la más pálida idea. Decía "que hago, están los canguros acá dando vueltas" y la charla cotidiana de todos los días con El Negro, el viajar con él,  fue un cierre más lindo o algo más interesante que haber solo trabajado.

¿Tenías algún capocómico preferido?

- Sí, Juan Carlos Altavista. Minguito. Para mí fue un antes y un después con Minguito. En realidad todos eran la colorada y él estaba enamorado de Silvia Peyrou. Había un sketch, que se llamaban Súper Mingo, vamos Mingo todavía, donde venía, se armaba como la puerta del teatro de revista, y estuve dos años siendo la novia de ficción de Minguito. Y él era el pueblo. Caminaba por la calle y la gente me amenazaba, me decía "cómo puede ser que no le des bola a Minguito" y yo les decía que era un personaje (risas). El respeto que tenía hacia los compañeros, a mi como mujer, lo maravilloso que era con la familia, las charlas que teníamos...hoy me quedan cosas pendientes porque él se fue muy joven. Con los demás también tuve alguna afinidad, pero él me marcó mucho, algo muy lindo, el ser un gran actor y a la vez una gran persona. Esas dos cosas que conjugaban me parecían muy interesante. 

¿Cómo nace la Silvia solidaria, la que prepara talleres de teatro y entrenamiento para adultos mayores?

- Esa Silvia nació porque, en realidad, a mi siempre me gustó porque mi madre trabajó muchísimo ayudando a todo el mundo. Yo le decía que era la Madre Teresa de Calcuta y me contestaba 'si se puede, por qué no. Si uno le pude dar una mano al otro'. Y a mi me gustaba mucho y no me daba cuenta que estaba colaborando. Presenté un proyecto en el gobierno de la Ciudad porque en ese momento estaba en pareja con un chico que tenía un geriátrico, una residencia, iba y me moría de amor con los adultos. Empezaba a charlar, les hacía juegos de memoria, pero no me daba cuenta sino que jugábamos. Les cortaba el pelo, le teñía el pelo a una, le hacía las uñas a otra. Me quedaba porque al estar en pareja con este chico estaba constantemente en la residencia y un día me dije 'cómo me gusta, voy a presenta un proyecto' y lo hice. Claudio Romero me dio la posibilidad de trabajar personalmente en el hogar San Martín, con adultos en situación de calle y empecé a llevarle mi experiencia, a jugar y a ver cosas maravillosas. Uno por ejemplo estaba en silla de ruedas y al mes y medio ya estaba en muletas porque esperaba el teatro, poder jugar.

Me di cuenta que lo que estaba haciendo me hacía muy bien, venía con mucha alegría a mi casa y empecé y no paré hasta el día de la fecha. Hoy trabajo con adultos más activos porque me dolió un poco todo eso. Ver a un adulto en situación de calle, que me cuente una historia y venía con eso a mi casa. No podía separar porque, es más, los tengo en el teléfono, nos hablamos todos los días, nos decimos buenos días, nos preguntamos cómo estamos a pesar de que ya hace muchos años que no trabajo con ellos. Y sí, trabajo con el adulto y me encanta. En la Casa del teatro soy de la nueva comisión, ad honorem por supuesto, para poder colaborar con tantos actores y ese edificio que son nueve pisos y necesita muchísima colaboración. Hicimos un desfile a beneficio muy lindo que estuvo en las redes. También con fundaciones, trabajo con la Fundación Sipas, con los chicos del Chaco, del Impenetrable, y hago cosas que me hacen muy feliz. 

¿Qué factores tomás en cuenta a la hora de elegir tus trabajos, más allá de la cuestión económica?

- Qué linda pregunta. Siempre me preguntaba en mi programa de radio qué le pasa al actor cuando le viene un proyecto. En qué piensa. Primero con quién trabajo, quién es el director, para qué lugar es, si es producción o es cooperativa, hay que pelearla, primero me fijo el grupo de trabajo, el equipo, el guión, lo que me están ofreciendo y en tercer lugar el dinero. Hay tres "P": prestigio, publicidad y plata. Además yo he ganado mucho dinero, pero cuando me trataron mal o vi que no había buen clima preferí quedarme en mi casa. 

En el medio artístico abundan las denuncias de abuso. Alguna vez contaste que pasaste por esos momentos horribles. ¿Cómo se deja todo eso atrás? 

- En mi caso, yo pasé además de lo laboral, que es un poco esto, que si no salía no me daban letra, que es un poco complicado porque es tu trabajo y con el trabajo no se jode, pero en la vida privada me pasó de muy chica que tuve una violación bastante engorrosa y muy fuerte. Bueno, todas las violaciones son terroríficas y entré a la casa de cada uno cuando elegí al profesión. Evidentemente el camino que yo fui dando para avanzar, porque si me quedaba adentro no se lo podía contar a mi familia porque en ese momento mi papá era policía, mi hermano mayor, podría haber hecho un desastre...entonces me lo guardé hasta que empecé a buscar terapia, hasta que mi madre me puso sus oídos, me abrazó fuerte y me acompañó en todo. Y me dije 'voy a seguir adelante, voy a demostrar que yo sí puedo hacer cosas maravillosas, me vas a tener que ver todos los días en televisión y vas decir...'.

Lo busqué por ese lado, porque en realidad no quiero analizar mucho el tema del violador, si es enfermo o no. O sea, creo que el tema es mucho más profundo y creo que se puede todo. Busqué ayuda, profesional y familiar. Fue durante mucho tiempo y me quedé callada por miedo, por el tiempo, por lo que se decía en ese momento, ahora gracias a Dios se puede hablar de otra manera, hay comisarías para la mujer. Creo que se avanzó muchísimo en todo eso y cada uno tiene su postura. A veces me pregunto porqué no hay lugares de rehabilitación para eso. Yo busqué ayuda, gracias a Dios la tuve y seguí adelante. No te voy a decir que en el fondo algo habrá porque sigo estando sola. Puedo tener algunas relaciones, pero yo no puedo convivir con un hombre. Debe se primero porque soy independiente, trabajo, genero, no me gusta dar muchas explicaciones y además porque tuve mucho boludo en la vida. Hay un hilo muy fino con respecto a esto. Uno se va a los extremos y en termino medio es mucho más interesante. La gente ya ni te mira por la calle por temor, ya nadie te dice "chau linda o buenos días linda". A mi me gusta, es un halago, un piropo. Eso se perdió.

¿Hoy los actores eligen más el teatro que la televisión por alguna razón o simplemente porque la tele dejó de brindarles un espacio laboral?

- Por supuesto que la televisión, en mi caso o el de algunos actores, no los llaman más que como invitados. La televisión lo que tiene es que te marca que estás adentro de todas las casas. La gente cuando no te ve en televisión te dice 'no trabajás más, te retiraste' y yo estoy haciendo giras, teatro...la televisión tiene eso, como entrás a la casa de todos se piensan que como no estás con ellos significa que no estás trabajando. El teatro te da otra cosa: el ritmo, la respiración del público, el personaje. Ha cambiado muchísimo y no hay trabajo para todos, no hay ficción directamente. 

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¿Cómo vez la actualidad de los actores en el país?

- Muy difícil. Si no trabajás es porque no querés. El actor o la persona que quiera trabajar se lo inventa, es creativo, pero hay gente que no, que si no lo llaman no puede producirse su propio laburo. En mi caso sí, yo trato de generar constantemente porque no quiero quedarme en mi casa mirando el techo. Todo tiene que ver con la actuación, con el arte y con darle trabajo a otra gente. Fue un rubro muy golpeado antes de la pandemia y en la pandemia por supuesto. Hay un montón de rubros complicados, pero este fue el primero que se cerró y el último que se abrió. La gente recién ahora parece que quiere salir, pero económicamente es un gasto muy grande ir al teatro. Nosotros llevamos la obra a distintas localidades y pueblos porque sabemos que si uno no se acerca, es complicado que vengan. A nosotros nos reditúa estar con lindo público y tener un sueldo. Vamos buscando un equilibrio. Ponés el auto en el estacionamiento, tomás un café, sacás la entrada y vas a comer algo y después no salís más durante un mes. Digo, por eso creo que al actor le está costando muchísimo actuar. aparte los teatros son así, sino funciona algo en tres meses te dicen 'correte, que viene otro'. 

¿Cómo estás de salud? Hace poco te animaste a contar que te habían diagnosticado con cáncer de mama 

- Yo estoy bien porque gracias a Dios ya pasé por todo: me operaron, me sacaron el tumor, hice todo lo que me decía el médico en plena pandemia porque fue todo muy complicado. No podía ni ver al médico, lo tenía que ver por mail y fue muy doloroso. Hice mi quimio, los rayos y el tratamiento, y ahora estoy bien, con mis controles y siempre le puse mucha garra. Nunca pensé que me iba a pasar esto, voy a ser sincera, porque me hago todos los chequeos generales todos los años. Soy una obsesiva que antes de salir de gira, siempre en octubre me hago todos los chequeos. Como no me los dieron enseguida, me fui a trabajar a las Grutas, me llamó mi ginecóloga y me dijo que tenía que hacerme un biopsia. Me lloré la vida porque no estaba con mis afectos. Estaba sola con mis compañeros de trabajo, Germán Kraus y Bianca Lauria, que me contuvieron muchísimo y dije 'bueno, cuando llego a Buenos Aires lo voy a hacer'. Y después me puse a pensar y pensaba mucho que por algo vino esto. Para abrir los ojos, para cuidarme o para pensar un poquito más en mi. Empecé hacer todas terapias, hice bio, hice terapia por supuesto con gente que tenía algo que ver con la oncología, busqué ayuda y lo fui llevando muy bien. Al día de hoy estoy controlándome y uno sabe que te tenés que controlar y cada vez que lo hacés le pedís a Dios que no te encuentren nada.

Creo que son conciencias. Además hay unas muy buenas campañas con el tema del cáncer, con el tema de hacerse los estudios. Yo recuerdo que mi mamá y varias veces me hablaban de Tita Merello, que decía hacé Papanicolaou. y la verdad que ella en esa época marcaba esto de que las mujeres debían hacerse estudios ginecológicos como también los hombres en su edad deben hacerse los chequeos. Yo creo que es cuidarse uno, como cuando vas al dentista o al oftalmólogo. Hacerse un chequeo general anual es como podés prevenir cosas que pueden ser mucho más complicadas. La verdad que el evitar o prevenir es maravilloso. Gracias a Dios esto apareció y lo agarré justo. Cuando hacía quimio recuerdo que me ponía música de reiki, de pajaritos, de mar, porque ese momento era mío. Yo estaba haciendo la quimio y decía 'que entre la salud y salga lo feo'. Nunca lo tomé con bronca, nunca sentí el cansancio...obviamente que la quimio te cansa y que cada cuerpo es distinto, pero yo llegaba, dormía dos horitas y tenía una pila bárbara. Después se me cayó todo el cabello, cosa de que yo soy muy complicada con el pelo, tiene que estar súper brilloso y divino. Me hicieron una peluca del mismo corte y todo para que yo pueda seguir dando talleres y que nadie se dé cuenta porque no se lo comenté ni al vecino. Quería pasar esto yo, estábamos justo en pandemia y quería que cuando realmente estuviera bien, si tenía ganas, lo contaba. Mis afectos sabían, no quería ni dar lástima ni que me llamen todos preguntándome cómo estaba. Es parte de mi personalidad, es salir adelante y demostrar que uno solo todo lo puede. 

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