16 Abril de 2025 08:58

En la telenovela sin fin que protagonizan Mauro Icardi y Wanda Nara, el capítulo más reciente mezcla emoción, psicología, perros de terapia y una porción generosa de conflicto judicial. Separados desde hace casi un año y con una acumulación de denuncias cruzadas digna de archivo, el futbolista y su ex pareja iniciaron un proceso de revinculación con sus hijas menores que parece más un operativo de rescate emocional que un simple reencuentro familiar.
La escena inicial de esta nueva entrega tuvo lugar en el Ministerio Público Tutelar, en pleno centro porteño. Allí, entre paredes amigables, asistentes sociales, psicólogos y hasta canes entrenados para calmar nervios, las niñas vieron nuevamente a su papá, bajo la atenta mirada de un equipo interdisciplinario que bien podría haber sido extraído de una serie de Netflix sobre divorcios de alto voltaje. Según contó Lara Piro, abogada de Icardi, el encuentro fue "muy lindo".

Las niñas, emocionadas, no querían separarse de su papá. Hasta le prepararon una torta, que Wanda -en un gesto tan maternal como estratégicamente público- se encargó de subir a sus redes. Pero no todo fue merienda y abrazos. También hubo reproches, denuncias veladas y munición judicial de un lado y del otro. Porque si algo caracteriza a este vínculo, además del rating garantizado, es que cada escena tierna viene con su respectiva contracara de tensión. "Mauro considera injusto tener que ver a sus hijas en este contexto, mientras la madre está de viaje, la abuela también, y no sabe con quién están las nenas", se quejó Piro en diálogo con Teleshow.

Y, por si no era suficiente, lanzó una pulla de alto voltaje: "Le permite que estén con L-Gante, que ha demostrado ser agresivo. La semana pasada estuvo en un estado de excitación y hasta su propio representante reconoció públicamente que era adicto y que necesitaba ayuda". Sí, hasta el cumbiero mediático quedó pegado en esta saga, como un personaje más de este culebrón donde los roles se cruzan entre reality y novela policial.
En paralelo, Wanda se mostró más institucional. "Voy a colaborar en todo lo que se pueda", declaró con tono diplomático. Eso sí, sin perder su estilo: "No tengo diálogo con el papá de mis hijas". Traducido: colaboro, pero no me hablen de Mauro. Y, por si quedaban dudas, dejó en claro que no piensa permitir que sus hijas viajen a Turquía con su padre, por más contrato millonario que tenga en Estambul: "Lo único que me preocupa es la angustia que les genera pensar que se las puede llevar y no verme más".

Como si el drama central no fuera suficiente, alrededor giran otras causas judiciales que se entrelazan con esta, como la denuncia de Wanda contra Icardi por violencia hacia uno de los hijos que tuvo con Maxi López. Porque en esta historia, todo tiene una secuela o una causa en trámite. Mientras tanto, el próximo capítulo ya está en producción: habrá una nueva cita entre padre e hijas en los próximos días, y dependerá del Ministerio Público determinar si se amplían los encuentros. La pregunta no es si habrá más episodios, sino cuán altos serán los picos de tensión. Por ahora, el guion combina emoción, estrategia legal, redes sociales y algo de escenografía terapéutica. Es el show de Icardi y Wanda, pero con menores de edad, cámaras apagadas y el código penal en modo espectador. Una historia de familia, fama y tribunales.