La última ola feminista, impulsada por el movimiento Ni Una Menos, que estimuló a producir contenido que “tire” para el lado de las mujeres y disidencias, no parece hacerle ni cosquillas a Marcelo Tinelli. Y es que, si bien el “Cabezón” dejó de cortar tanguitas y corpiños al aire, sigue objetivizando los cuerpos feminizados hasta el punto de dejarlas como objetos y no sujetas políticas que tiene voz y voto en la sociedad.
Hay un patrón en Marcelo: le encanta ejercer relaciones de poder con las mujeres que asisten a su programa. Ellas, por su lado pueden sentirse incómodas o no, pero no lo dicen. Siguen el juego del “coqueteo” que para nada es inocente y se genera el aclamado “Espiral del Silencio” del que habla la alemana Elisabeth Noelle-Neumann donde plantea que: “Observando qué relación gradual guardan sus opiniones con los del espacio público, alentándoles si se acercan al mayoritario o cohibiéndoles si detectan que pueden formar parte de las minorías”. A las mujeres no les queda otra que hacer silencio porque saben que los de Tinelli son los programas más vistos de Argentina y que son un trampolín para conseguir nuevos y mejores trabajos.
Pasó en 2010 con Coki Ramírez, la cantante cordobesa que llegó al “Bailando” de la mano de la Mole Moli. Tinelli sintió una atracción fatal y empezaron los comentarios de aquí y de allá. Comentarios que Coki devolvía con miradas cómplices y muy astutas, dejando ver un poco de interés, jugando ese juego que no se sabe nunca si es o no consentido. El paso del tiempo demostró que era solo un juego de poder: Ángel de Brito lo confirmó en sus redes sociales cuando le preguntaron ''¿Qué piensas de Coki y Marcelo como pareja?''. Ni lerdo ni perezoso, De Brito confesó: “No va a ocurrir”.
La misma Carla Conte recordó entre lágrimas la presión que sufrió cuando Tinelli le cortó la pollera por insistencia del conductor. Se lo contó varios años después a la periodista Luciana Peker que, desde su postura feminista (en ese momento se vivían las consecuencias de la denuncia de Thelma Fardín contra Juan Darthes) reflexionó: “Yo quiero en este momento rescatar a todas las mujeres que hicieron historia; vos la hiciste, porque en la televisión no es que no se corten polleras, una cosa es cortarte y ponerte la pollera corta porque querés y hacer la práctica que quieras, y otra es que te la corten sin tu voluntad. La que dijo no y se planteó fuiste vos, y eso que Thelma rescata como un cambio, es gracias a vos”.
No podemos pedirle peras al olmo
Atrás quedaron aquellas palabras de autocrítica que expresó cuando su show “Bailando por un sueño” en 2018 daba por finalizado: “Hay un montón de cosas que uno hizo pero que hoy no las haría ni en pedo”. O: “Hay un gigantesco cambio social que tiene muchísimo que enseñarnos. Un grito de Justicia, de igualdad, y no se puede ignorar más”. También: “Quiero agradecer a las mujeres por este cambio que estamos viviendo, para los que venimos de una generación diferente en donde un momento hicimos cosas que ahora no haríamos jamás”. Y hasta: “Esta lucha me hace pensar que somos hombres de otra generación, lo bueno es que tenemos que repensar, corregir. Escuchamos, aprendemos y seguimos aprendiendo”.
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¡Tinelli lo hizo otra vez! Liliana Fontán, madre de la modelo Camila Homs abrió la pista de baile junto a su partenaire Nicolás Fleitas. Al terminar la performance, De Brito insitía con sacarle alguna verdad sobre entre su hija y De Paul; astuta, la madre de Cami evadió la pregunta con una propuesta: “Hablemos sobre mi vinoteca”, dijo haciéndose la distraída.La producción puso una foto de la señora en la cama. Marcelo dijo: “Veo que dormís sola ahí”. Antes de que eso suceda, Fontán había dicho que “le gustaba” un poco el conductor y es eso lo que le dio vía libre para que, una vez más, le presuma a una mujer en vivo y para toda la Argentina.
La charla escaló cuando la mujer lo invitó a su “vinoteca a tomar un vinito”. Ante la propuesta, el conductor retrucó: “Yo no sé qué va a pasar en este Bailando pero que voy a chupar, seguro”.
Una vez más queda demostrada que las palabras del tipo feminista que tuvo Tinelli en aquel momento, solo fueron una intentona que inventó para “lavarse la cara” o, como las feministas suelen expresar, fue un intento de pinkwashing que le duró lo que dura el pico rating que le es tan complicado alcanzar.