07 Julio de 2019 12:38
Para muchos que piensan en Brasil, las imágenes que trae el vecino país están acompañadas indefectiblemente por los relajados acordes de la bossa nova. Es por eso que la muerte -el sábado a los 88 años- del padre de ese ritmo, João Gilberto, es un fuerte golpe para la cultura brasileña.
Si bien había nacido en la ciudad de Juazeiro, estado de Bahía, comenzó a tocar la guitarra a los 14 años y a los 25 convirtió a Río de Janeiro en su hogar y en la inspiración de su arte.
Allí además conoció al pianista Antonio Carlos Jobim y al poeta Vinicius de Moraes, quienes se convertirían en sus socios creativos al momento de cocinar esa mixtura de samba y jazz sublimada en tres discos: Chega de saudade (1959), O amor, o sorriso e a flor (1960), y João Gilberto (1961).
El suceso no solo fue estilístico sino también comercial: Garota de Ipanema, incluida en el disco que el saxofonista norteamericano Stan Getz invitó a grabar de manera conjunta a Gilberto, Jobim y De Moraes, llegó al quinto puesto en la lista norteamericana Billboard Hot 100 y se considera que es la canción pop más versionada después de Yesterday de los Beatles. El single original incluía una versión en inglés cantada por Astrud Gilberto, primera esposa de João, quien se convirtió en una auténtica estrella gracias a su interpretación.
Guerras legales y personales
La vida personal de Gilberto fue siempre turbulenta: poco tiempo después de grabar Garota de Ipanema se separó de Astrud para luego casarse con otra cantante, Miúcha, hermana de Chico Buarque. Y, en sus últimos años, se enfrentó con algunos de sus hijos: en el 2017, su hija Bebel -también cantante- inició un proceso para inhabilitarlo judicialmente ya que consideraba que gastaba sus fondos sin criterio: efectivamente, fue desalojado por falta de pago de su departamento en Río.
Poco a poco, los conciertos de Gilberto se habían convertido en una rareza: el último fue en el 2008. Meses antes de su muerte, en marzo, logró anotarse una gran victoria: le ganó un juicio al sello Universal Music por los derechos de autor de sus primeros discos. por el que le debían pagar 40 millones de euros.