Eran las 5 de la tarde del 8 de diciembre de 1980 cuando John Lennon, junto a su mujer Yoko Ono, abandonó su hogar neoyorquino en el edificio Dakota para concurrir a una sesión de grabación. En la vereda, tal como era habitual, lo aguardaban fans y curiosos.
Uno de ellos le acercó una copia de su álbum Double Fantasy para que la firmara. Fue allí cuando Paul Goresh, un fotógrafo aficionado, tomó la que sería la última fotografía del músico con vida.
Horas después, ya de noche, Lennon y Ono regresaron y se toparon con que el mismo fan que había solicitado el autógrafo seguía de guardia en la puerta del edificio. La pareja pasó a su lado y se dirigió hacia la puerta. Fue allí cuando el hombre extrajo un revolver calibre 38 y disparó cinco balas de punta hueca.
Cuatro de los proyectiles impactaron al ex Beatle en la espalda. Trasladado de urgencia al hospital, fue declarado muerto al llegar. El agresor, Mark David Chapman, no se movió del lugar después del atentado y fue apresado al instante.
En su poder llevaba un ejemplar de El guardián en el centeno, de John D. Salinger. "Estoy seguro de que la mayor parte de mi es Holden Caulfield, el protagonista de este libro. La parte más pequeña de mi debe ser el Diablo", declaró ante la policía horas después.
"Mi mente estaba totalmente oscura"
"Nos dijo que imagináramos que no existían las posesiones materiales y ahí estaba él, con millones de dólares, yates y mansiones en el campo, riéndose de gente como yo que creyó sus mentiras, compró sus discos y construyó gran parte de sus vidas alrededor de su música", expresó tiempo después Chapman sobre sus motivaciones para asesinar a Lennon."Escuchaba sus canciones y me enojaba con él por decir que no creía en Dios en los Beatles. Quería gritar '¿Quién se cree que es diciendo esas cosas?'. En ese punto, mi mente estaba totalmente oscura a causa de la ira", agregó.
Diagnosticado alternativamente con psicosis, esquizofrenia paranoide y trastorno bipolar por diferentes peritos que lo examinaron, Chapman se negó a que su defensa intentara que fuera declarado inocente a causa de sus trastornos mentales -estrategia que, en caso de ser exitosa, lo llevaría a un hospital neuropsiquiátrico y no a la cárcel- y decidió confesarse culpable.
Así, en agosto de 1981, el asesino de Lennon fue sentenciado a 20 años de prisión como mínimo y a cadena perpetua como máximo, algo que le permitía solicitar su libertad condicional cada dos años una vez cumplidas las dos décadas tras las rejas.
Sin embargo, todas las solicitudes de Chapman hasta ahora -10 en total- han sido denegadas. En la resolución más reciente, del 2018, la Justicia determinó que si bien presenta un riesgo bajo de reincidencia, "admitió que planeó cuidadosamente y ejecutó el asesinato de una persona de fama mundial sin ningún otra razón que la de ganar notoriedad".
"Si bien la vida de ninguna persona es más valiosa que la de otra, el hecho de que eligió a alguien que no sólo tenía renombre sino que también era amado por millones de personas, sin importar el dolor que causaría a su familia y amigos, demostró un frío desinterés por la santidad de la vida humana y el sufrimiento del prójimo", agregó el texto. Chapman tendrá la posibilidad de volver a solicitar la libertad condicional en el 2020.