Pocas cosas en la vida cotidiana son tan esperadas -y necesarias- como las vacaciones. Viajar no solo es lúdico, también es saludable ya que permite desconectarse, aunque sea por un tiempo, de las preocupaciones, descansar, “limpiar” la mente y disfrutar. Pero hasta qué punto se logran estos objetivos si se sigue atado a un celular o notebook, cabe preguntarse.
Una encuesta realizada en 2014 en Estados Unidos indica que más del 42 % de las personas se sienten obligadas a revisar su correo laboral durante las vacaciones. El objetivo de desconectarse, entonces, parece imposible de cumplir.
Pero hay una solución de fondo: lugares paradisíacos donde la conectividad Wi Fi es limitada o directamente inexistente. Según el Huffington post estos son los mejores destinos para que mires el paisaje y no la pantalla.
Isla de Palawan, en Filipinas, considerada una de las diez más bellas del mundo.
Península Osa, Costa Rica, emplazada en el Parque Nacional Corcovado.
Parque Nacional Serengeti, Tanzania. Safari sin celular en la mano.
Parque Nacional Yellowstone, Estados Unidos. Escasa conexión, mucho paisaje.
Sayulita, México. Libre de smartphones.
Patagonia Argentina y Chile. Glaciares, lagos y desconexión.
Reine, Noruega. Un pueblo de pescadores apacible, casi ajeno a la tecnología.
Hanauna Bay, Hawaii: áreas protegidas, corales y mar.
Ilha Grande, Brasil, bahía con microislas y playas. Para olvidarse del wi fi.
Dunas de Mui Ne, Vietnam. Sólo para aventureros: desconexión total.
Médicos y psicólogos acuñaron el término tecnoestrés para definir la ansiedad causada por la dependencia tecnológica, y no sólo lo asocian a los cambios en las relaciones laborales, también la vida cotidiana, especialmente a los mayores de 35 años. Desconectarse ya no es posible, pero tomarse un respiro es importante. Y que mejor terapia que viajar.