Georgina Sticco es Directora y Co-Fundadora de Grow Género y Trabajo, una organización que apuesta a hacernos preguntas: qué rol ocupan las mujeres y disidencias en el mundo laboral, qué lugares emplean cuando los usan y cuáles son los desafíos de cara al futuro laboral.
Georgina junto a una decena de empresas de tecnología crearon el Festival de Innovación y Tecnología Social (FITS) que pone en tela de juicio el trabajo digital. Desde esa premisa busca responder -o debatir- por qué y para qué es necesaria la implementación de la perspectiva de género de cara al futuro laboral de las mujeres y disidencias en el ámbito tecnológico teniendo en cuenta que es este el lugar donde trabajará la mayoría en el futuro.
Es Sticco quien cuenta que las temáticas para el FITS cambiaron rotundamente tras el avance de la ultraderecha en Argentina con la irrupción de La Libertad Avanza con Javier Milei a la cabeza.
¿Cómo impactan las ideas libertarias en el mundo de las redes sociales? ¿Qué podemos hacer frente al avance ultraderechista desde nuestros lugares de trabajo? Son los ejes de las preguntas que Georgina le contestó a BigBang desde un lagar amable, ameno y comprometido.
El FITS tuvo temáticas pre PASO y post PASO. ¿Qué fue lo que las hizo cambiar de temáticas a días de inaugurarse?
-Lo que pasaba es que antes de las PASO es que las temáticas eran las más tradicionales, no nos animamos a ser muy disruptivos. La discusión pasaba sobre por qué no hay tantas mujeres en tecnología, qué tenemos que hacer para que haya más mujeres en tecnología, cómo impactó en la industria.
Después de las PASO nos juntamos y fue darnos cuenta que el discurso está en otra parte. Había un problema muy fuerte en relación a la violencia digital y un borramiento de la problemática de género como: "los problemas de género no existen, son una mentira"; "la desigualdad de género no existe" y también una promoción de la violencia digital. Es decir, el espacio donde se hizo la campaña, las redes sociales, tuvieron un rol preponderante.
Entonces es ahí que cobró tanta importancia el hecho de hablar de la violencia digital como un factor que en su momento fue un espacio de democratización de la palabra y de la voz. Al mismo tiempo, vemos que esas voces están callando y ya no pueden sostener una determinada posición feminista porque termina siendo en detrimento de tu propia salud mental.
Ese fue un primer gran cambio, teníamos que hablar obviamente las mujeres en tecnología como espacio de trabajo y hablar del futuro del trabajo: cuál es el impacto que las tecnologías tienen en nuestra vida cotidiana y en los trabajos que vamos a tener en el futuro de acá a 5, 10, 15 años. ¿Cuáles van a ser esos trabajos? ¿Se puede pensar desde una perspectiva de género?
También nos pareció muy interesante sumar el tema de las masculinidades (...) porque tienen sus particularidades: si bien es una industria muy masculinizada como puede ser la industria del petróleo, la industria de la energía, las características de los varones que las hacen que trabajan en cada una son diferentes, pero las reglas de juegos son las mismas.
Lo que pasa en los vínculos en el trabajo, muestran los mismos indicios: demostrar que tu identidad se define por el trabajo que hacés, que tu identidad necesita y requiere de tener cierta valoración o qué fuerza tenés que tener y qué pasa cuando una mujer irrumpe ese espacio. Esa identidad se quiebra, entonces ahí empiezan otros problemas.
Nos parece clave porque lo que sucede en un grupo, sucede también en las redes. Quiero decir, se dice cualquier cosa a cualquier precio porque no tiene ningún costo, todavía no tiene ningún costo. Esa masculinidad no solamente se expresa violentamente hacia las mujeres, sino que se expresa violentamente hacia otros varones también y al colectivo LGBT.
¿Qué rol tiene el feminismo latinoamericano en el FITS?
-Es muy fundamental porque lo abre: en la charla apertura va a estar representado Argentina, Venezuela y Colombia donde vamos hacer una pequeña historia de cómo la tecnología ayudó a generar ese feminismo, a democratizarlo.
El feminismo que pasaba más a puertas cerradas, de repente encontró otros espacios de difusión y lo que pasa ahora con todos los algoritmos es que esos espacios de difusión que vos tenías empiezan a cerrarse: si a mí me interesa el feminismo, escucho el feminismo. Si a vos no te interesa, no escuchas nada y ni te enteras, tu algoritmo ni te lo muestra.
Entonces ahora tenemos que luchar por eso: quien te ve, te está buscando porque quiere herirte, porque quiere violentarte, pero no es que existe esa democratización que existía antes.
Lo que queremos charlar y poner sobre la mesa tiene que ver con este resurgimiento de posiciones muy conservadoras que vienen a disputar los derechos que se adquirieron. Y la pregunta siempre es a quién molesta, qué te molesta de las otras identidades, qué te molesta del Matrimonio Igualitario, qué te molesta de esas expresiones.
¿Cómo podemos contrarrestar la violencia digital desde nuestro lugar?
-Es difícil porque primero entender que uno solo no puede hacer las cosas: si uno recibe esa violencia, lo principal es cuidarse... hay ciertos mensajes que uno recibe que son muy fuertes para manejarlos solos. Entonces lo importante es buscar apoyo en otras personas especializadas que nos puedan permitir cuidar nuestra salud mental.
Por otro lado, no esperar a que nos pase para salir alzar la voz. No nos tienen que atacar para poder decir que esto está mal: si vemos a alguien cercano que está teniendo esas actitudes, poder decirle que eso está mal, que eso es una forma violenta.
Es muy fuerte lo que estamos pasando, hay una falta de conciencia enorme. Quien promueve esa violencia en las redes, no toma dimensión de cómo esa violencia afecta a la persona que la recibe, que afecta después en la calle porque la violencia está legitimada. Siempre que veamos que hay un espacio que está luchando, apoyémosla, difundamos porque lo que más necesitamos es que existan instituciones que le pongan un nombre a la violencia.