Luego de una primera temporada centrada en Asia, la serie documental Street Food de Netflix estrenó este martes una segunda entrega dedicada a Latinoamérica, con Buenos Aires como eje del primer episodio.
Más allá de las apariciones de la fugazzetta rellena de La Mezzeta, el choripán del Puesto de Rubén (a las afueras de la cancha de Racing) y las empanadas tucumanas de Lo de Fabi (enla feria de Mataderos), el hilo conductor es la historia de Pato Rodríguez y Romi Moore, la pareja al mando de Las Chicas de la 3, puesto de cocina al paso del Mercado Central que se convirtió en el favorito de chefs como Narda Lepes y Leo Lanussol.
Famosas por su espectacular tortilla de papas rellena con jamón y muzzarella, el repertorio de las cocineras incluye -entre otras delicias- otra tortilla rellena pero basada en la espinaca, empanadas, sánguches de milanesa y una reciente adición que ya es éxito: la empanada de Cuarto de Libra.
"La hicimos cuando arrancó la pandemia: como nadie podía ir a McDonald's quisimos traerles ese sabor pero en forma de empanada", cuenta Romi.
Como describe en Street Food la periodista Silvina Reusmann, su clave es darle a la comida típicamente casera un toque gourmet. El secreto, tal como le subraya Pato a BigBang, es que el puesto está "en un lugar maravilloso" como el Mercado Central, donde productos frescos de extrema calidad están al alcance de la mano.
De esta manera, las cocineras buscan construir un nuevo concepto de la comida callejera y al paso. "Queremos que se entienda que cocinar no es cuestión de tirar algo a una olla y dejarlo que hierva: poco a poco vamos entendiendo que hay que cuidar el cuerpo y la salud, y la sustentabilidad de los productos es algo muy importante", explica Pato.
Educar al comensal
No es casualidad, en este punto, que Pato declare en Street Food que sus clientes son como sus hijos. Su tarea educativa hacia los que se acercan a la barra de Las Chicas de las 3 es más que evidente."Creo que todos los que elegimos cocinar lo hacemos porque queremos dar amor", reflexiona. "Los trabajadores que se acercan en ocasiones no tienen plata de sobra, y muchas veces al público le mostrás un brócoli y no quiere saber nada. Así que cuando tenemos algo nuevo para darles a probar, organizamos una especie de 'cata' donde lo ofrecemos gratis. Y si les gusta, lo sumamos a la carta".
Esa confianza no fue fácil de lograr: si bien Pato heredó el puesto de sus padres y ya era una cara conocida, Romi -quien buscó sumar reglas más estrictas de higiene y venta cuando comenzó con su rol en el puesto- tuvo que trabajar duramente para ser aceptada por esa especie de familia fuertemente territorial que representa el universo del mercado. Pero, como en todo, tal como ambas traen a colación "la clave es imponerse con respeto".
"Los platos que servimos también se construyen en ese ida y vuelta", agrega. "Es probable que a partir de la serie comience a acercarse más gente al puesto, pero en este punto si hay algo que nos gustaría es poder seguir manteniendo el nivel de atención especial que tenemos con los que vienen a comer".