Si hay un momento que disfruta la gran mayoría de los mortales después de una extensa y agotadora jornada es sin duda el instante en el que se llega a la cama. Es muy probable que a lo largo de nuestras vidas nos hayamos topado con esa persona que afirma a diario "cómo me gustaría estar en mi cama durmiendo" o "lo que daría por llegar a mi casa y acostarme". Lo cierto es que dormir es una función vital para el bienestar físico y mental, ya que permite que el cuerpo y la mente se recuperen después de las actividades diarias. Y de ahí salen la consulta más buscada en Google en ese contexto: ¿cuántas horas debería dormir en promedio una persona?
Un estudio del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido concluyó que los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño por noche para obtener un descanso reparador. Sin embargo, esta cantidad puede variar dependiendo de factores individuales, como el estado de salud, la genética y el estilo de vida. Dormir adecuadamente no solo mejora la calidad de vida, sino que también tiene efectos positivos en la salud a largo plazo.
El sueño es esencial porque durante este proceso el cuerpo repara los tejidos, fortalece el sistema inmunológico y el cerebro procesa la información acumulada, lo que favorece la consolidación de la memoria y facilita el aprendizaje. Dormir lo necesario también contribuye a la regulación emocional, disminuyendo la irritabilidad y el estrés, y mejorando el estado de ánimo. De lo contrario, la falta de sueño puede aumentar el riesgo de ansiedad y otros trastornos emocionales.
Las recomendaciones de horas de sueño varían según la edad: los bebés necesitan entre 12 y 16 horas de sueño diario, los niños pequeños entre 11 y 14 horas, los preescolares de 10 a 13 horas, los niños en edad escolar de 9 a 12 horas. , los adolescentes entre 8 y 10 horas, y los adultos entre 7 y 9 horas. Este rango es clave para mantener una vida saludable. Además de sus beneficios emocionales, el buen descanso está vinculado a una mejora en el rendimiento y la productividad.
De acuerdo con el estudio, incrementa la atención, concentración y el tiempo de reacción. La falta de sueño, en cambio, afecta negativamente la capacidad de tomar decisiones y reduce el rendimiento en el trabajo o los estudios. Otro beneficio crucial del sueño adecuado es su papel en la prevención de enfermedades crónicas. Dormir bien ayuda a reducir el riesgo de padecer condiciones como hipertensión, diabetes, obesidad y enfermedades cardíacas. Cuando no se duerme lo suficiente, aumentan los niveles de inflamación en el cuerpo y se altera la presión arterial, lo que incrementa la posibilidad de desarrollar estas enfermedades.
Por otro lado, las siestas son comunes en algunas culturas, como la argentina, especialmente en ciudades pequeñas donde los horarios laborales se dividen en mañana y tarde. Algunas personas toman siestas breves de entre 20 y 40 minutos, mientras que otras pueden descansar durante 3 o 4 horas. Un estudio del Allegheny College de Pennylvania (EE. UU.) realizado a 85 universitarios sanos ha demostrado que quienes duermen una siesta diaria de entre 45 minutos y una hora tras haber soportado un día de estrés y tensión psicológica ven disminuir su presión arterial y su ritmo cardiaco. Además tienen menor fatiga, mejor desempeño y mejor humor.
De esta manera, dormir entre 7 y 9 horas diarias no solo garantiza un descanso reparador, sino que también contribuye a mejorar la función cognitiva, el estado de ánimo y la salud física en general, ayudando a prevenir enfermedades crónicas y mejorando el rendimiento en las actividades que uno hace a lo largo del día.